Búdakirkja (Iglesia Negra)
El icono negro y el reto de encontrar el silencio
​​​​​​​Nuestro primer día en la península de Snæfellsnes fue una lección de humildad. Una ventisca de nieve nos había impedido fotografiar Kirkjufell por la mañana, pero por la tarde la montaña nos concedió una tregua y logramos nuestro objetivo. Con esa victoria en el cuerpo, nos dirigimos a Búðakirkja, la icónica iglesia negra.
Este pequeño templo se alza solitario en el campo de lava de Búðahraun, al sur de la península de Snæfellsnes, con las montañas como telón de fondo y el sonido del Atlántico a lo lejos. La iglesia original fue construida en 1703 y, aunque fue desmontada y reconstruida varias veces, la estructura actual data de 1848 y fue restaurada fielmente en 1987. Su icónico color negro no se debe a la madera en sí, sino a un revestimiento de brea que la protege de las inclemencias del duro clima islandés, una técnica tradicional que la convierte en un faro oscuro contra el paisaje nevado.
Esperábamos encontrar la soledad que su estampa promete, pero para nuestra sorpresa, el lugar estaba lleno de visitantes. Aquella pequeña y fotogénica iglesia, que parece un trazo de carboncillo sobre el paisaje, se había convertido en un destino concurrido. Aislarla, capturarla en su máximo esplendor, se transformó en una misión casi imposible. Lejos de la épica lucha contra el viento o la niebla de otros enclaves, aquí la batalla fue contra la multitud. Sin embargo, nos tomamos nuestro tiempo, esperamos con calma y buscamos el ángulo que nos devolviera la esencia del lugar. Finalmente, mientras el sol comenzaba a caer, encontramos nuestro momento. El atardecer tiñó el cielo y pudimos fotografiarla, no en la soledad que habíamos imaginado, sino en la que nosotros decidimos crear.
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